miércoles, 1 de diciembre de 2010

VICENTE RICARDO ROJAS: EL FILÓSOFO DEL PUEBLO

DIARIO EXPRESO
Guayaquil, a 30 noviembre 2010

Reliquia abandonada
Saúl Mayorga Puma

Desde hace 65 años, en la parroquia La Magdalena, cantón Chimbo, provincia de Bolívar, don Vicente Ricardo Rojas, de profesión sastre, se dedicó a coleccionar toda clase de obras científicas, literarias, filosóficas, jurídicas, teológicas, etc., con la colaboración de su amigo “El Gato Román”, compañero de aulas universitarias del cinco veces presidente de la República, José María Velasco Ibarra, llegando a convertirse en importante biblioteca al servicio incondicional de varias generaciones de estudiantes y maestros docentes de la provincia.

En la actualidad, esta reliquia oculta permanece abandonada, sin usuarios y sin la mínima preocupación de los representantes de la Casa de la Cultura, núcleo de Bolívar, así como de las autoridades provinciales; razón más que suficiente para formular un llamado urgente a todos los intelectuales y profesionales magdalenenses residentes en el país y en el exterior para rendir un homenaje póstumo al filósofo del pueblo y poner a buen recaudo este conjunto de obras.

DON VICENTE RICARDO ROJAS Y "EL GATO ROMÁN"

No se trata de una novela o leyenda de ciencia ficción respecto a la vivencia real de dos personajes que han hecho historia en la parroquia La Magdalena y han contribuido al desarrollo cultural de la provincia, coleccionando grandes obras científicas, literarias, filosóficas, jurídicas, teológicas, etc.; nos referimos a Vicente Ricardo Rojas y “El Gato Román”, quienes allá por el año 1945, emprendieron en esa gran aventura de reunir y recopilar libros para la edificación de la casa del saber, no como adorno, sino como medio necesario para combatir la ignorancia y la mediocridad. Diógenes decía: “La sabiduría sirve de freno a la juventud, de consuelo a los viejos, de riqueza a los pobres y de ornato a los ricos”.

En aquella época los únicos referentes de la educación y la cultura magdalenense era el colegio religioso a cargo de la Iglesia Católica y las escuelas fiscales y laicas Juan Rosendo González de varones y la Estados Unidos de Norteamérica, de mujeres.

RICARDO ROJAS, de profesión sastre, desde muy joven tenía mucha vocación por los libros, no solamente para coleccionarlos sino que antes de ingresar a la estantería lo echaba una gran revisada y lo resumía en una ficha de autor y título de la obra. Cuando los estudiantes recurríamos a las fuentes de consulta, don Ricardo se la sabía donde y en qué parte de la obra podíamos encontrar los temas requeridos. Aquella vocación por los libros se hizo más evidente cuando en la década de los setenta se fundó el Colegio Particular de La Magdalena, por iniciativa de varios maestros de la población y que lamentablemente aquella historia, de manera curiosa ha sido excluida de la página Web del colegio actual, supuestamente por no dejar de aparecer de entrada la fotografía de los docentes de la institución educativa. Don Ricardo siempre estaba pendiente de las acciones de la parroquia y casi nunca se perdía una reunión con profesionales e intelectuales que visitaban a sus familiares; su ambición por la sabiduría era permanente; y, su felicidad se reflejaba en sus ojos y en su sonrisa cuando los estudiantes que habíamos pasado por la casa del saber llagábamos a culminar nuestros estudios. El, siempre estaba pendiente de nuestras vivencias en la escuela, en el colegio y en la universidad como segundo padre que inculcaba con su saber a cientos de ciudadanos que hoy son intelectuales y profesionales radicados en distintos lugares de la Patria y en el exterior. Quienes tuvimos la suerte de formarnos junto al maestro, fuimos el deleite de sus grandes emociones.

“EL GATO ROMÁN”, oriundo de La Magdalena, en su juventud compañero del cinco veces Presidente de la República José María Velasco Ibarra, en las aulas de la Universidad Central del Ecuador. No llegó a culminar sus estudios por un quebranto en su salud, lo que le impidió acceder al título de Abogado y Doctor en Jurisprudencia, pero su aporte a la cultura magdalenense fue muy loable ya que muchos libros fueron comprados por don Ricardo e ingresados a la biblioteca. Como su enfermedad le truncó continuar sus estudios e incluso desarrollar alguna actividad laboral, “El Gato Román” se dedicó a llevar cargado los libros en sacos de cabuya, ofertando en venta para poder subsistir.

La gente del campo invitaba al Gato Román para que contara sus vivencias en la Universidad y sobre todo la amistad que había hecho con José María Velasco Ibarra; sus cuentos eran tan interesantes que dejaba estupefactos a mucha gente, pues se la sabía mucha filosofía, literatura, teología, cultura jurídica, etc. Mientras la gente desarrollaba sus faenas agrícolas, “El Gato Román” lamentaba no poder ayudarlos, pero pedía que solo le escucharan y que hicieran preguntas, de esta manera, él se quedaba a comer e incluso le daban posada porque era muy tarde para retornar a La Magdalena, cuando se encontraba en Cochabamba, Chaupiurco o la Cofradía.

Cuando el presidente José María Velasco Ibarra, en su quinto periodo iniciado el 1 de septiembre de 1968, visitó La Magdalena, lo primero que hizo fue localizar a su compañero de aula para saludarlo y tenerlo a su lado, incluso colocó su sombrero en la cabeza del Gato, pero, él estaba bastante deprimido con su enfermedad a tal punto que casi no reconocía a la gente.

“El Gato Román” era primo de Segundo Tobías Mayorga Núñez, a quien como regalo por el “huasipichay” de la terminación de la casa en Achachi, le obsequió la Santa Biblia en latín (idioma de la Antigua República Romana); de ahí que el Santo Rosario lo hacía rezar en ese idioma. Los dos fueron compañeros de escuela y su profesor el insigne maestro Juan Rosendo González.

Por esta razón y por el sinnúmero de reliquias ocultas de la parroquia, la Magdalena ha llegado a constituirse en la capital intelectual de la provincia de Bolívar, pues queda pendiente el homenaje póstumo al hombre culto y filósofo del pueblo, Ricardo Rojas, quien en sus últimos días de su vida repitió aquella frase de Sócrates “No puede haber sabiduría sin humildad”

OTRAS PERLAS DE LA CULTURA MAGDALENENSE

De la parroquia La Magdalena han surgido grandes intelectuales historiadores que han escrito numerosas obras sobre literatura, historia, relato, cuento, etc., pero sus múltiples actividades no han permitido identificarse con su propio pueblo, permaneciendo en la clandestinidad la verdadera historia sobre el Capitán Joaquín Velasco, brazo derecho del General Eloy Alfaro Delgado, quien dormía en La Magdalena y vacacionaba en Cochabamba; de igual manera, la historia de la Gigante Basilia Ribadeneira con un record mundial en su estatura y los recorridos de Simón Bolívar a caballo, cruzando la gran planicie de Cochabamba, para dar con el subtrópico y llegar al puerto principal. No son leyendas ni cuentos, son hechos reales vividos y observados en nuestro querido pueblo. Hay que escribir la verdadera historia de la parroquia, ese es el compromiso de este blog.