miércoles, 9 de junio de 2010

LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN EL ECUADOR

DIARIO EL COMERCIO
Quito, a 9 de junio del 2010

Revolución universitaria

En entrevista realizada en Radio Quito, el 1 de junio, el presidente Rafael Correa dijo que “si no hacemos una revolución universitaria el país no sale del subdesarrollo”, y que de no ser tomado en cuenta por la Asamblea el informe técnico sobre el desempeño institucional de los centros de educación superior entregado por el Conea, conforme el Mandato Constituyente nro. 14, los vetará aquellas disposiciones que signifiquen retroceso a la excelencia académica, entonces ¿qué ocurrirá con las denominadas “universidades de garaje” y los 26 centros de educación superior categorizados en la letra E para ser sometidos a su depuración y mejoramiento de la calidad? Ojalá que las palabras del Primer Mandatario no caigan en saco roto y tengan mayor fortaleza que las observaciones consensuadas en la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Asamblea.

Saúl Mayorga Puma

COMENTARIO ADICIONAL:

La Universidad ecuatoriana para salir adelante tiene que eliminar aquellas prácticas tradicionales como la creación de carreras repetitivas y sin ninguna trascendencia para el desarrollo socio económico del país; dejar de aplicar programas y currículos con la sola visión teórica, reproductiva y memorística; eliminar los cacicazgos universitarios (dueños absolutos de los centros de educación superior); permitir una participación activa de profesionales y estudiantes en los planes de desarrollo estatal; hacer de las universidades verdaderos centros de investigación y nexo directo con la sociedad civil; y, exigir una evaluación y acreditación académica en función de la calidad académica institucional de sus directivos, docentes, estudiantes, empleados y trabajadores, más no en función de la tradición y años de funcionamiento o por los vínculos influenciables de los “caciques” universitarios.

El país para encontrar su rumbo de estabilidad y sostenibilidad social, cultural y económica requiere de profesionales altamente competitivos y con formación en seres humanos con verdaderos valores y seres humanos eminentemente productivos; a la vez, proactivos, propositivos, independientes y sin que su profesión le signifique una carga para el Estado al pretender ser parte de su entorno sin dar nada a cambio.